domingo, 29 de abril de 2012

LA BUENA ENSEÑANZA






“En el interés por reconocer nuevas propuestas para el aula, se presenta siempre el desafío por generar experiencias que atraigan a los estudiantes, les permitan desarrollar actividades creativas y autónomas a la par que generen valiosas experiencias de aprendizaje en torno al conocimiento de contenidos, temas, campos disciplinarios, perspectivas de análisis. Ambos aspectos: aquel que reconoce el valor del desarrollo personal y lo que respecta al contenido, se entrelazan en las distintas experiencias de aprendizaje y llevan a generar las propuestas que retoman lo mejor de las tradiciones y algunos de los principios de la didáctica de la escuela nueva, de décadas pasadas, respecto del valor del interés y la actividad para generar conocimientos.
Hoy estas propuestas sostienen la posibilidad de crear una escuela reflexiva, un aula pensante, esto es, una escuela que busque generar inteligencia. Pensar nuevamente en las innovaciones para el aula nos remite a tratar de reconocer posiciones teóricas y prácticas en donde se inscriban estos procesos y brinden elementos orientadores para las tareas de los docentes. Nos interesa, por ejemplo, reconocer la existencia de modos de enseñanza diferentes que favorecen la comprensión de los distintos temas, cuestiones, disciplinas.
Una primera aproximación implicaría demostrar al estudiante cómo se resuelve un problema, esto es, cómo lo resuelve un experto y cómo justifica esa resolución. Podría favorecer comprensiones que permitan procesos de identificación para buenas resoluciones. En segundo lugar, cuando los estudiantes están desarrollando la tarea, los docentes podríamos focalizar el trabajo mostrando los problemas que surgen en las resoluciones de la tarea, que podrían pasar inadvertidos. En todos los casos los docentes deberán proveer de apoyos o tecnologías para ayudar a los alumnos a que logren buenas resoluciones. Sólo cuando lo logran puede ser retirado el apoyo para que trabajen de manera independiente. Los estudiantes deberían verbalizar sus conocimientos y procesos cognitivos, comparar cómo piensan entre ellos, con el docente y con un experto ideal para que, finalmente, no sólo resuelvan problemas sino que se los planteen de manera independiente. En estos modos subyacen algunos principios que fomentan la comprensión y que debieran subyacer a cualquier decisión respecto de una actividad para proponer. Uno de los primeros, reconocer que en cualquier experiencia que se plantee el punto de partida es el lugar de comprensión del alumno, esto es, reconocer sus maneras de visualizar el tema o problema. Este punto inicial permite luego entender las dificultades, los puntos de vista, los estereotipos y las mismas posibilidades. Es arranque y debiera ser desprendimiento. En el mismo sentido, el segundo principio reconoce que la atmósfera del aula debiera promover el pensar y descubrir, y fundamentalmente, la labor de los docentes consistirá en generar entornos de ayuda. Al reconocer estos principios estamos haciendo hincapié en el valor de las propuestas que despliegue el docente para favorecer las comprensiones. Las actividades que se propondrán pueden intentar reconocer cómo ocurren los procesos o fenómenos al natural o tratar de simularlos en situaciones construidas especialmente para el enseñar. Estas simulaciones, representaciones adecuadas, suelen ser demostraciones de lo que puede ocurrir teniendo en cuenta que no todo puede ser representado; en general se trata de situaciones ideales y donde los riesgos son esencialmente controlados.” Enseñanza e innovaciones en las aulas para el nuevo siglo. Edith Litwin.




A partir de este texto de Litwin podemos ver que la tarea educativa no es independiente del contexto en que está inserto el alumno. Pienso que una de la preocupación del maestro debe ser la de renovarse continuamente acerca del ambiente que gira entorno al aprendiz, para que partiendo de esto su enseñanza este fundamentada en lo concreto de la realidad. En este sentido podemos decir que, el maestro es un continuo aprendiz ya que sus alumnos no siempre serán los mismos porque la sociedad y la cultura van imprimiendo en ellos distintas maneras de pensar y obrar, esto lo motiva a mantenerse informado siempre. Así a lo teórico agregaran, no solo la sabiduría de su experiencia, sino también podrán precisar situaciones que hagan a los alumnos sentirse involucrados de lleno en la educación. Podemos afirmar que la eficacia de la enseñanza depende gran parte del maestro, por eso concientes de eso deben asumir esta responsabilidad y transmitirlas a los futuros educadores.

jueves, 12 de abril de 2012

EL MAESTRO EN LA ANTIGUEDAD




La relación maestro-discípulo en Israel era muy distinta de lo que hoy día nosotros estamos acostumbrados con los profesores de nuestras escuelas. Para comprenderlo es necesario despojarnos de nuestros conceptos catedráticos y meternos en el túnel del tiempo, que nos transporte al Oriente y a la mentalidad de hace dos mil años.

No se trataba de profesores que repitieran lecciones aprendidas o trasmitieran el fruto de sus investigaciones, sino que eran laicos competentes, que enseñaban a los demás cómo encontrar y cumplir la voluntad de Dios. Eran, estudiosos de la Ley, que enseñaban a vivir de acuerdo al plan divino. Facilitaban hallar el sentido de la existencia y la forma de cumplir la propia vocación. Así, el maestro llegaba a ser más importante que el mismo padre. Para un hebreo era mucho más fundamental saber vivir que vivir, y por lo tanto el maestro tenía prioridad sobre el mismo padre. Hillel o Shamái no contaban con una academia o un instituto, sino que su propio estilo de vida era lo que enseñaba. Su autoridad no se basaba en títulos o estudios, sino en la vida que llevaban. Esto era lo que llamaba la atención e invitaba a otros a seguirlos e imitarlos. Su ejemplo era más elocuente que sus palabras. Por eso, los discípulos tenían que convivir con su maestro, ya que, observándolo, era como aprendían a vivir. De esta manera se formaba una familia alrededor del maestro.




Jesús aparece en el escenario religioso de su tiempo como uno más de estos maestros de Israel. Por lo tanto, viene a enseñar a vivir. Por eso acepta ser llamado "Rabbí” -Maestro- y se rodea de unos seguidores para enseñarles a vivir de la misma manera que él lo hace.


En los Evangelios aparece cuarenta y ocho veces el término maestro (didáscalos), aparte de las quince veces "Rabbí" y las dos ocasiones en que se presenta "Rabbuní". En todas estas ocasiones se nos ofrecen distintos valores para delinear el perfil de Jesús como Maestro.


Maestro, es uno de los pocos títulos que Jesús se atribuye a sí mismo (Jn 13,13). Sin embargo, Jesús se distingue de todos los otros maestros por algunas características que lo hacen único:


-En aquel tiempo los discípulos tenían el derecho de seleccionar al maestro que más les convenciera y conviniera. En el caso de Jesús, no es así. El mismo escoge personalmente a cada uno de sus seguidores(Jn 15,16).


-El discipulado era tomado como una etapa temporal. Los discípulos de Jesús lo siguen por toda la vida y no les está permitido volver atrás (Lc 9,62).


-Los discípulos entraban al servicio del maestro casi de la misma forma que un esclavo servía a su amo. Jesús, por su parte, no los llama siervos, sino amigos (Jn 15,15).


-Los niños y las mujeres no eran considerados aptos para el discipulado. Sin embargo, Jesús pide que los niños se acerquen a él (Mc 10,14) y un grupo de mujeres lo siguen para aprender a vivir su vida (Lc 8,3).


-Los seguidores de un ilustre maestro, gozaban de fama y autoridad ante el pueblo. Quien había sido instruido a los pies de Gamaliel, lo tenía como un orgullo y así lo consignaba en su currículum vitae (Hech 22,3). Por el contrario, Jesús no ofrece sino problemas, persecuciones y calumnias (Mt 5,11). Así pues, aunque Jesús parece uno más de los muchos maestros de Israel, se distingue de ellos al mismo tiempo. Como todos ellos, enseñan a vivir, pero su estilo de vida tiene características que lo hacen único entre los demás.