jueves, 12 de abril de 2012

EL MAESTRO EN LA ANTIGUEDAD




La relación maestro-discípulo en Israel era muy distinta de lo que hoy día nosotros estamos acostumbrados con los profesores de nuestras escuelas. Para comprenderlo es necesario despojarnos de nuestros conceptos catedráticos y meternos en el túnel del tiempo, que nos transporte al Oriente y a la mentalidad de hace dos mil años.

No se trataba de profesores que repitieran lecciones aprendidas o trasmitieran el fruto de sus investigaciones, sino que eran laicos competentes, que enseñaban a los demás cómo encontrar y cumplir la voluntad de Dios. Eran, estudiosos de la Ley, que enseñaban a vivir de acuerdo al plan divino. Facilitaban hallar el sentido de la existencia y la forma de cumplir la propia vocación. Así, el maestro llegaba a ser más importante que el mismo padre. Para un hebreo era mucho más fundamental saber vivir que vivir, y por lo tanto el maestro tenía prioridad sobre el mismo padre. Hillel o Shamái no contaban con una academia o un instituto, sino que su propio estilo de vida era lo que enseñaba. Su autoridad no se basaba en títulos o estudios, sino en la vida que llevaban. Esto era lo que llamaba la atención e invitaba a otros a seguirlos e imitarlos. Su ejemplo era más elocuente que sus palabras. Por eso, los discípulos tenían que convivir con su maestro, ya que, observándolo, era como aprendían a vivir. De esta manera se formaba una familia alrededor del maestro.




Jesús aparece en el escenario religioso de su tiempo como uno más de estos maestros de Israel. Por lo tanto, viene a enseñar a vivir. Por eso acepta ser llamado "Rabbí” -Maestro- y se rodea de unos seguidores para enseñarles a vivir de la misma manera que él lo hace.


En los Evangelios aparece cuarenta y ocho veces el término maestro (didáscalos), aparte de las quince veces "Rabbí" y las dos ocasiones en que se presenta "Rabbuní". En todas estas ocasiones se nos ofrecen distintos valores para delinear el perfil de Jesús como Maestro.


Maestro, es uno de los pocos títulos que Jesús se atribuye a sí mismo (Jn 13,13). Sin embargo, Jesús se distingue de todos los otros maestros por algunas características que lo hacen único:


-En aquel tiempo los discípulos tenían el derecho de seleccionar al maestro que más les convenciera y conviniera. En el caso de Jesús, no es así. El mismo escoge personalmente a cada uno de sus seguidores(Jn 15,16).


-El discipulado era tomado como una etapa temporal. Los discípulos de Jesús lo siguen por toda la vida y no les está permitido volver atrás (Lc 9,62).


-Los discípulos entraban al servicio del maestro casi de la misma forma que un esclavo servía a su amo. Jesús, por su parte, no los llama siervos, sino amigos (Jn 15,15).


-Los niños y las mujeres no eran considerados aptos para el discipulado. Sin embargo, Jesús pide que los niños se acerquen a él (Mc 10,14) y un grupo de mujeres lo siguen para aprender a vivir su vida (Lc 8,3).


-Los seguidores de un ilustre maestro, gozaban de fama y autoridad ante el pueblo. Quien había sido instruido a los pies de Gamaliel, lo tenía como un orgullo y así lo consignaba en su currículum vitae (Hech 22,3). Por el contrario, Jesús no ofrece sino problemas, persecuciones y calumnias (Mt 5,11). Así pues, aunque Jesús parece uno más de los muchos maestros de Israel, se distingue de ellos al mismo tiempo. Como todos ellos, enseñan a vivir, pero su estilo de vida tiene características que lo hacen único entre los demás.

1 comentario:

  1. Antes que nada gracia y paz.

    Me parece de suma importancia la comparación que haces, ya que muchas veces tenemos ese concepto errado de la relación intersubjetiva que hay entre el formador y el formando o profesor-alumno.

    Y eso para también muchas veces en la visa espiritual, cuando nos formamos falsas imágenes de Dios.
    Y como los discípulos de la antigüedad elegían a su maestro, en el seguimiento de Jesús es al revés él nos elige a nosotros y que importante que es saber eso y vivirlo así.

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